10 DE NOV 2010 12:00 AM
EL CARIBE
Según los datos oficiales del Ministerio de Educación, de cada 100 jóvenes
entre los 14 y los 17 años, apenas 38 están inscritos en el nivel medio de
nuestro sistema educativo. De éstos, sólo la quinta parte está en la
modalidad técnico profesional.
Esta etapa de la vida constituye el período de transición del joven hacia el desempeño de su papel como ciudadano, y su integración con pleno derecho a la vida democrática. También es un período crucial en su proceso de inserción a la vida productiva.
Uno de los principales compromisos morales de toda sociedad es crear
condiciones que hagan posible que los jóvenes en esta etapa adquieran y
desarrollen los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para que
esta transición sea exitosa. Cuando falla en cumplir con esta obligación, la sociedad compromete su futuro y pone en peligro el bienestar de todos sus
ciudadanos.
En la sociedad moderna, por la complejidad de sus procesos de convivencia
social y los avances científicos y tecnológicos que han transformado los
procesos productivos haciéndolos cada vez más dependiente del conocimiento
y la innovación, las posibilidades de los jóvenes de integrarse
positivamente a la vida democrática y productiva depende del nivel educativo
que hayan alcanzado.
Los países más desarrollados van camino hacia la universalización de la
educación terciaria. Hoy en día se considera, aún en los países menos
desarrollados, que la educación secundaria es imprescindible para lograr la
adecuada integración de los jóvenes en la sociedad moderna.
Cuando la sociedad mantiene cerrados los canales de la educación como vías
de acceso a la sana participación en la vida democrática y en la producción positiva de bienes y servicios, a los jóvenes no les queda otra alternativaque recorrer las vías socialmente no deseadas de la delincuencia, en sus múltiples manifestaciones.
La sociedad dominicana tiene, en este sentido, una gran deuda social
acumulada con sus jóvenes. Para saldarla requerirá de la inversión de
cuantiosas sumas de dinero. Lograr que el 100% de los jóvenes accedan a la
educación secundaria y logren a través de ella, no sólo prepararse para
seguir formándose en la universidad sino salir con las competencias
necesarias para ingresar al mundo del trabajo, constituye el principal
compromiso de la sociedad y del Estado dominicano.
Ante esta realidad no hay explicación aceptable a la resistencia oficial a
cumplir con el compromiso de hacer realidad la inversión de un 4% del
producto interno bruto en educación. Porcentaje, dicho sea de paso,
considerado insuficiente por los ministros de educación reunidos recientemente en la XX Conferencia Iberoamericana de Ministros de Educación, en Argentina, para debatir el Proyecto Metas Educativas 2021, proponiendo que dicho porcentaje se eleve a un 6%.
Es motivo de frustración que cada año se tenga que reclamar algo que desde
todos los puntos de vista que se analice constituye una necesidad, casi de
vida o muerte. Que hablen por sus hechos, la baja competitividad del país
así como los jóvenes que día a día engrosan la fila del narcotráfico, la
prostitución y la industria de los atracos y asesinatos por encargo.
Invertir más, e invertir bien, constituye un compromiso moral que no admite
más posposiciones.
Radhamés Mejía es educador- rmejia@ciedhumano.org*
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