1 de 2“Ha llegado la hora de la escuela”. Esa frase fue impresa en documentos oficiales durante el primer gobierno del Partido de la Liberación Dominicana. Sin embargo, el deterioro de los planteles, la falta de materiales y equipos y la carencia de aulas, se hicieron sentir durante todo el período 1996-2000, cuando el gasto en Educación fue de menos del 2% del Producto Bruto Interno. La situación continuó durante el gobierno del Partido Revolucionario Dominicano, y continúa hoy. En agosto del año 2004, era posible afirmar que Hipólito Mejía y Leonel Fernández habían encabezado gobiernos en los cuales la Ley General de Educación, promulgada en 1997, fue sistemáticamente violada.
Hoy, aunque los funcionarios dicen que el sistema educativo mejora, los problemas de fondo se agravan.
Los relojes de los funcionarios marcan la hora de la imposición y el autoritarismo, no la hora de la escuela.
Las modificaciones que dispuso Melanio Paredes en los textos del Nivel Básico y en las orientaciones para la enseñanza de esa asignatura, evidencian esa concepción.
Sin entrenar al personal docente y sin consultar, Melanio Paredes impuso su parecer. Esta actuación es similar a la de Leonel Fernández cuando dispuso la construcción del Metro de Santo Domingo, asignando fondos millonarios a una oficina encabezada por su colaborador favorito, Diandino Peña.
La Lengua Española constituye un eje transversal y no una asignatura, en textos que se introducen en medio de una situación que ya es crítica. ¡Otro elemento de crisis!
Esto marca la intervención del actual gobierno en el sector educativo. Otra marca del desastre es que continúan justificando la violación a la Ley General de Educación. En las últimas semanas, han utilizado los organismos represivos para acallar la demanda de que se asigne a ese sector una suma equivalente al 4% del PIB. ¡Además de impunidad, quieren aceptación!
La imposición es el marco. Los funcionarios toman decisiones en busca de beneficio político y de ganancia económica para ellos y para los suyos, no con la intención de resolver problemas de fondo. Prueba de ello es que no figura en la agenda del gobierno la tarea mejorar las condiciones de vida y de trabajo del personal docente.
Se revela como demagógica la consigna “mil por mil”. Si no ha llegado la hora de la escuela, contar mil horas es todavía más difícil.
El gobierno sigue la tradición de tomar medidas para favorecer a sus protegidos, y aprovecha cada minuto para el ejercicio de la politiquería y para saquear el Estado. Es el signo de su intervención en todos los sectores, incluso en la educación. ¡Qué descaro!
Desde el Periodico ElNacional
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